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Esta mañana

Esta mañana, después del café y los brioches de crema, he acabado con Olympia. Me deshice de ella a mi pesar, con la escasa determinación de alguien nada seguro de sí mismo. Esta mañana, después de darme unos golpecitos con la servilleta en los labios con afectación fingida, fui a mi habitación, y la observé largo tiempo, y recordé el momento en que me fijé en ella por primera vez, treinta años atrás, y el día en que la llevé a mi casa, y fue mía, y me poseyó de tal manera que no imaginaba nada fuera de ella. Los días pasaban y yo me dedicaba a ella de manera enfermiza, ella era mi Helena, y yo era Paris, y la tocaba, y seguía, y no podía parar, todo era ella, ella, ella, mi pasión, mi torre de marfil, mi estrella boreal, mi tarta de limón, mi escarabajo sagrado, mi esmeralda verdiaguada, mi todo, mi nada.


Esta mañana, después de desembalar mi nuevo portátil, tiré al contenedor de la basura a mi vieja y fiel Olympia.






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1 interesantes comentarios:

Sureña

Tanta modernidad hace que nos olvidemos de las fieles Olympias...; si ahora escribo así de rápido en un teclado, es gracias a una de ellas...; ahí está el dicho ese de: de la calle vendrá quien de tu casa te echará, así deben de sentirse ellas...

Un beso!

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